La vergüenza puede alejarnos de la gracia de Dios. No cualquier tipo de vergüenza, sino aquella que viene de nuestras constantes faltas y desaciertos. Sin embargo, la gracia—el regalo inmerecido de Dios—es mayor que nuestras mayores debilidades.
La vergüenza puede alejarnos de la gracia de Dios. No cualquier tipo de vergüenza, sino aquella que viene de nuestras constantes faltas y desaciertos. Sin embargo, la gracia—el regalo inmerecido de Dios—es mayor que nuestras mayores debilidades.