Hay ocasiones como esta en las que nos encontramos entre la espada y la pared. ¿Qué sucede cuando no son las circunstancias, sino la voluntad de Dios que nos lleva a un lugar donde nos sentimos atrapados? ¿Cómo podemos confiar que su voluntad no va a resultar en nuestra pérdida? Pero más importante, ¿cómo podemos mantener la fe cuando por la voluntad de Dios nos encontramos entre la espada y la pared?