Nos confunden las cosas que ocurren. Esperamos un bien y nos pasa algo malo; esperamos cariño y recibimos una traición; oramos y Dios no responde; responde y no es lo que esperábamos. ¿Qué puede llevarse la confusión que experimentamos en nuestras vidas cuando el mundo alrededor no responde como creemos que debiera? ¿O cuando ni siquiera Dios mismo pareciera responder como esperamos?